Pesticidas, pilas y vacas muertas: educación medioambiental en Bolivia

Jan Fredriksson
DVV International
Alemania

 



 

Julio de 2016, Achacachi/Bolivia, en la orilla oriental del lago Titicaca, a 96 km de La Paz y 3854m de altitud. El educador ambiental Edwin Alvarado Terrazas está facilitando un taller en el Centro de Educación Alternativa Avichaca. Edwin y los aldeanos se han reunido en un patio. El educador ambiental acaba de llenar de agua un balde, del que saca luego un vaso. Mientras enseña el balde dice: “Esta parte es agua salada. Está en los mares y en los océanos. Si tomásemos agua salada todos los días, haríamos daño a nuestros riñones”. Después, alza el vaso, con una cantidad de agua cuarenta veces más pequeña que la que se encuentra en el balde, y avisa: “De esta agua dulce, solo una pequeña parte es disponible para nosotros”. Para demostrar qué tan pequeña y preciosa es el agua dulce disponible, saca una cantidad menor a un mililitro con una jeringuilla y se acerca a los participantes: “Estas son las aguas que conocemos los humanos – ¡toda el agua disponible que conocemos está aquí!” Edwin acaba de diseminar la información más importante y a la vez ha captado la atención del público. Ahora ya puede seguir, explicando lo que puede pasar si el cadáver de una vaca o una pila usada entra en contacto con el agua de la que todos dependemos a vida o muerte.


“¡Hartito le has de poner!”, dice el vendedor de pesticidas al campesino cuando se le pregunta a Edwin Alvarado Terrazas por la situación ambiental en Bolivia, no deja ninguna duda en cuanto a los problemas que su país está afrontando. Según Edwin, se deben en gran parte al uso masivo de productos industriales por una sociedad que todavía no dispone ni de la infraestructura adecuada ni de la educación ambiental necesarias para manejar estos productos de manera segura. Critica sobre todo que les son vendidos a los ciudadanos sin que ellos conozcan las implicaciones ambientales que conlleva su compra: “El ‘mundo moderno’ los busca para acomodar sus productos y servicios; pero no para indicarles los riesgos de, por ejemplo, la disposición final inadecuada de baterías de celulares”.

Hay tres temas principales que preocupan a Edwin: los residuos tóxicos, los productos agroquímicos y los residuos plásticos.


© Gentileza de ARD Alpha/Bayerischer Rundfunk.

A lo largo de los últimos años, una verdadera avalancha de electrodomésticos, teléfonos móviles y otros productos electrónicos ha llegado a los hogares de los bolivianos – todos estos productos contienen substancias tóxicas, pero no existe casi ninguna infraestructura para asegurar el almacenamiento o reciclaje seguro de ella: “No tenemos manera planificada, estructurada, tecnologizada para tratar estos residuos. Se me ocurre que inicialmente falla mucho el tema de responsabilidad socio ambiental de las empresas y en algún caso el Estado. Por ejemplo, una telefónica muy importante en Bolivia publicó que suscribió un convenio con una empresa de reciclaje para retirar baterías usadas de celulares en Bolivia. Estuve rastreando dos años y la empresa nunca salió de España para llegar al país. Con medidas así no se puede dar el primer paso para el éxito.”

En la agricultura, se utilizan pesticidas y otras substancias potencialmente dañinas a pesar de que muchos campesinos y trabajadores no están calificados para manejar tales productos de manera segura: “Los vendedores de la calle se los venden a gente pobre que no tiene formación y no recibe información”. Edwin advierte que dichos vendedores tienden a aprovecharse de la ignorancia de sus clientes: “¡Mejor éste! ¡Es más fuerte, es mejor! Hartito le has de poner”, se escucha en las calles.

Por último, Edwin afirma que, con la llegada de un estilo de vida orientado hacia el consumo rápido, el uso de los empaques de plástico en la vida cotidiana de los bolivianos ha incrementato de manera exponencial: “El ‘fast life’ nos hace grandes consumidores de envases, bolsas, ¡y todo plástico! Almuerzo para llevar para una familia de cinco personas: 5 bolsas plásticas para la sopa, cinco bolsas para los segundos, la ensalada aparte, otra bolsa; los ajíes y la carne aparte, otra bolsa; la llajua picante, otra bolsa, los refresquitos, otra bolsa... y multiplica. Es aterrador”.

“Cada uno de ellos tiene celulares muchísimo más modernos que los míos”

Trabajo no le falta a un educador ambiental en Bolivia – ¿pero por dónde empezar? El enfoque de Edwin es pragmático y realista, intenta concentrarse en lo posible: No puede ni ejercer mucha presión sobre las empresas ni acelerar la acción política o legisladora. Pero sí puede explicar a los ciudadanos su dependencia de la naturaleza a través de una explicación con un balde, un vaso y una jeringuilla. Puede ayudar a la población andina a redescubrir su tradicional respeto por la Pacha Mama – la Madre Tierra – y la conciencia de que el daño infligido a ella se convertirá también en un daño a la comunidad. Es útil reactivar la relación estrecha entre el hombre y la tierra: Para un campesino, sacar un cadáver de un perro de los ríos para que no contamine el agua no es un mero deber adicional al cabo de una larga jornada. ¡Pero la protección de Pacha Mama es una cuestión de honra y orgullo! No obstante, es esencial conectar esta noción de orgullo con la instrucción práctica – dice Edwin: “Finalmente cada uno de ellos tiene celulares muchísimo más modernos que los míos”. Por consecuencia, lo que cuenta realmente es saber cómo actuar cuando el celular ya no funcione. Muchos ciudadanos están dispuestos a poner su parte; pero no saben cómo hacerlo. Carecen de la información más básica acerca de los efectos negativos que pueden tener los electrodomésticos, los productos agroquímicos o los productos de plástico cuando entran en contacto con las aguas dulces disponibles. Según Edwin, la tarea de los educadores ambientales es diseminar este tipo de saber práctico: “Desde las esferas educativas, informamos de los riegos de comprar esos productos en las calles, de las categorías de riesgos de los productios, que ahora tienen clasificación por colores según su grado de toxicidad, de la posibilidad de combatir plagas y fertilizar suelos con recetas naturales, de los riesgos a la salud, a la economía y la producción agropecuaria”. Edwin intenta transmitir a sus participantes todo el saber necesario para que puedan proteger a Pacha Mama por su cuenta, sin algún apoyo exterior. Afirma que esto es indispensable porque todavía falta la infraestructura para tratar los residuos tóxicos y el plástico de forma adecuada: “De nueve ciudades capitales y 339 municipios, sólo tres tienen celdas especiales para confinamiento de residuos especiales. Una ciudad tiene, recién comenzando, reciclaje de residuos electrónicos. Todo se reduce a “acopiar” en campañas estos residuos; pero resulta siendo un engaño. Una ONG hizo una de estas campañas para acopiar – reciclar lo llaman inapropiadamente – pilas y baterías en el municipio de Copacabana, a orillas del imponente Titicaca. Participó todo el estudiantado, con apoyo de la alcaldía, y una vez que juntaron los montones de pilas, ¡las enterraron cerca del lago! Es una bomba de tiempo”. Afirma que hay solamente “tres municipios que, en el espacio de sus competencias, tratan de regular estos temas y crear infraestructura, sistemas de recuperación de residuos peligrosos a través de campañas y reajuste de los contratos de los servicios de aseo urbano”.


El educador ambiental Edwin Alvarado Terrazas hace una demostración de cuán escasa es el agua potable.
(Gentileza de ARD Alpha/Bayerischer Rundfunk).

“¡Uka jach’a uru jutaskiw!, dirían los ­aymara: ¡Ese gran día está llegando!”

Donde no hay solución oficial y definitiva, hay que encontrar una solución interinara a nivel privado. Edwin opina que lo mejor es no movilizar ni reunir demasiado lo residuos para no generar problemas y riesgos masivos: “En 336 municipios no queda más que enseñar, por ejemplo, confinamiento domiciliar transitorio de residuos contaminantes, con métodos domésticos, rudimentarios. (coloca tus pilas y baterías en envases pet debidamente tapados, mantenlos fuera del alcance de los niños; y cuando el envase esté lleno, confínalo en alguna estructura domiciliaria de hormigón.”


© Gentileza de ARD Alpha/Bayerischer Rundfunk.

A pesar de sus críticas, Edwin no tiene una visión completamente pesimista de la situación ambiental en Bolivia. Por ejemplo, observa progresos importantes en materia de residuos plásticos: “Los giros en Bolivia han sido importantes en los últimos 15 años, cuando nadie imaginaba siquiera la posibilidad de separar los residuos en fuente, porque los sistemas de recojo y tratamiento de las empresas contratadas por el municipio mezclaban todos los residuos. Se advertía que llegaría el día en que los contratos municipales contemplarían recojos diferenciados y aprovechamiento de residuos. ¡Uka jach’a uru jutaskiw!, dirían los aymara: ¡Ese gran día está llegando! Nuestra sede de gobierno, La Paz, acaba de aprobar su primer contrato de gestión de residuos sólidos con una empresa que debe recoger los residuos de manera diferenciada y entregarlos en una planta procesadora de compost para residuos orgánicos (que ya está en funcionamiento a pequeña escala) y una fábrica de platimadera que también está en funcionamiento en fase inicial y que ya ha entregado pupitres a las escuelas para que vean que seleccionar los residuos sí puede ya ser útil.”


Aldeanos aprenden sobre la conexión fundamental entre su propio comportamiento y las condiciones ecológicas de su región. (Gentileza de ARD Alpha/Bayerischer Rundfunk).

Paralelmente con los progresos a nivel práctico, Edwin observa avances importantes en el campo de la concienciación ambiental: “Hay entidades fuertes que trabajan por revalorizar y reponer los valores culturales” Destaca Radio San Gabriel, que se dirige al pueblo aymara en la región del altiplano paceño y orureño, y la red de radiodifusoras ACLO, o CEPJA, que tiene programas en lengua quechua. “En estos ámbitos culturales se comprende, por ejemplo, al agua como la sangre de la madre tierra. En este sentido creo que se podrá – en poco tiempo, mediano plazo – conectar con temas contemporáneos, porque se trata de salvar la vida de la Madre Tierra”.


Sobre el autor

Jan Fredriksson es responsable de información y comunicación en DVV International. Anteriormente trabajó como periodista en diferentes medios de comunicación durante muchos años.

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